lunes, 28 de marzo de 2011

Brumas y vegetación.

Durante el año 2000, Walter Bonnet Escuela, Kiko Galván Bello, Gustavo Reneses Pardellas y yo, realizamos un trabajo sobre la precipitación de nieblas en Canarias (mal llamada precipitación horizontal o lluvia horizontal). Dicho estudio, principalmente bibliográfico, era bastante digno, y fue una de las primeras oportunidades de afrontar un trabajo de investigación por parte de un buen equipo de geógrafos, aunque muy cercanos a la academia, competentes y rigurosos. Publico aquí uno de los capítulos, dedicado a la relación entre la niebla y la vegetación en Canarias.

Precipitación de niebla y formaciones vegetales

Las condiciones de humedad que se dan en el barlovento de las Islas Canarias producen el mar de nubes del alisio, que se manifiesta aproximadamente entre los 600 y los 1200 metros de altitud. Estas condiciones también son responsables de la existencia de una vegetación forestal, higrófila y mesotérmica, de carácter cerrado, siempre verde y pluriespecífica.

Este bosque, dominado por especies de hoja ancha de la familia de las Lauráceas, es un relicto de la virtualmente extinguida flora del Cenozoico, que pobló el norte de África y el sur de Europa hasta las llanuras centrales de Rusia, hace unos treinta millones de años, donde en la actualidad solamente quedan representaciones testimoniales de dicha vegetación, como en la Garganta del Arroyo de Los Loros en Toledo (REDONDO Y FERRERAS, 2003), donde existen algunos ejemplares de Prunus lusitanica

La presencia del mar de nubes es tan determinante para la existencia de la Laurisilva que allí donde ésta no se presenta, no hay Monteverde. Por el contrario, en aquellos lugares donde aparece la Laurisilva, aún de modo débil, si la hay puede ocurrir que:

a) No exista Laurisilva, como en las dos islas cuyo relieve es menos elevado (Fuerteventura y Lanzarote).

b) Cuando la topografía local permite el paso del alisio hacia el sotavento, ya sea a través de puertos o de cumbres bajas, se desarrolla una formación de Monteverde de características algo más xerófilas (adaptada a la ausencia de agua). Tal es el caso de los barrancos de Badajoz y de Añavingo, en el Valle de Güímar. Las especies que encontramos aquí son principalmente, Mocán (Visnea mocanera), Madroño (Arbutus canariensis), Palo Blanco (Picconia excelsa), y Acebiño (Ilex canariensis). También existe una franja de fayal – brezal bastante marcada, aunque muy mezclada con elementos florísticos del pinar.

La relativa constancia de la temperatura y los altos valores de la humedad aceleran la edafogénesis, ya que influyen sobre la alteración química de los minerales de la roca madre y sobre la descomposición de la materia orgánica. Los procesos de humificación y de posterior mineralización del humus se ven así muy favorecidos (VELÁZQUEZ, 1985).

Este paisaje es también muy estable a lo largo del tiempo. Se calcula que las áreas cubiertas por la Laurisilva en Gran Canaria tienen unos cinco millones de años, con lo cual los procesos que tienen lugar en este ambiente de biostasia consumen el tiempo que precisan. Sin embargo, la intervención humana trastoca y altera los ritmos y los procesos.

La precipitación de niebla y su estrecha relación con esta formación vegetal, a pesar de haber sido estudiadas por numerosos autores (entre los que se cuentan Santana, Merrian y Kämmer), siguen sujetas a una intensa controversia académica. Sin embargo, algunos cálculos realizados arrojan estimaciones que cuantifican la precipitación de niebla como entre dos y cinco veces superior a la precipitación convencional (AGUILERA et al, 1994).

La precipitación de niebla viene determinada por cinco factores principales (MERRIAN, citado en VELÁZQUEZ, 1985). Estos factores son:

- Velocidad del viento

- Densidad de la nube

- Diámetro de las gotitas en suspensión

- Temperatura ambiental

- Forma y naturaleza del obstáculo (vegetal)

Al parecer, las especies integrantes de la Laurisilva cuyas hojas tienen forma de acículas, como el brezo (Erica arborea) y el tejo (Erica scoparia), captan una mayor cantidad de agua cuando la velocidad del viento es menor. Así mismo, en aquellos sectores del Pinar afectados por el mar de nubes, ya sea por reforestación en antiguas áreas de Monteverde o por encontrarse en el límite superior del mar de nubes, la fisonomía acicular de la hoja del pino capta grandes cantidades de agua de niebla, siendo determinante en la composición florística de las especies acompañantes al pino, que indican una estrecha relación con el Monteverde típico (acebiño, faya, codeso, malfurada, granadillo o morgallana).

Otro hecho interesante a reseñar son las estrategias asociadas a la repoblación con especies de la Laurisilva en áreas donde ésta existió una vez, desapareciendo por las actividades humanas.

Por ejemplo:

- En la finca de Ossorio, en Gran Canaria, los brinzales fueron plantados en zonas cubiertas por helechos de la especie Pteridium aquilinum, para que las plántulas se beneficiasen de la sombra que los helechos proporcionarían durante el verano. Del mismo modo, también se aprovecharían del efecto de captación de agua de niebla por parte de estos vegetales; se disminuye la insolación y se aumenta el aporte hídrico, tan necesario para estas especies en el transcurso de sus primeros años de vida (VELÁZQUEZ, 1985).

- En el Monte de La Esperanza, hemos visto como las fayas plantadas durante la experiencia de repoblación fueron rodeadas por una suerte de “tipi” (vivienda de los nativos americanos), durante los primeros meses. Esta estructura de simple construcción fue fabricada mediante ramas de brezo que se clavaban en el suelo alrededor de la plántula. Además de proteger a la faya del ataque de predadores como el conejo, se pretendió aumentar el aporte de humedad, captada por las ramas de brezo. Aquí, el efecto de amortiguación de la insolación era menos relevante, ya que la repoblación se llevaba a cabo en áreas de pinar de reforestación.

MAR DE NUBES, AGRICULTURA Y GANADERÍA

El desarrollo de la horticultura en los espacios dotados de condiciones ambientales idóneas (mayor humedad, suelos más profundos y fértiles) es una actividad pionera en aquellas medianías favorecidas por el mar de nubes. La diversidad y productividad de estos cultivos es determinante a la hora de establecer núcleos de población en estos ámbitos (AGUILERA et al, 1994).

Un informante local, natural de Taganana, de cincuenta y cinco años de edad, nos explicó que captaban el agua de niebla a través de un rústico dispositivo, consistente en la colocación de una plancha de zinc ondulado bajo las ramas de brezos (Erica arborea), de modo que la inclinación de la plancha permita la evacuación del fluido escurrido, bien directamente hacia el terrazgo o bien a un reservorio (un bidón o un aljibe). Al parecer, la operación se repetía con los tejados de los cuartos de aperos y el volumen hídrico captado permitía el riego de varias huertas y el consumo por parte de personas y animales.

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